✍🏻️El reconocimiento que nuestros maestros necesitan (Viento Errante, 5D 2025)
Cada 6 de julio celebramos en el Perú el Día del Maestro, una fecha que busca homenajear a quienes nos guían con paciencia y esfuerzo en nuestro camino escolar. Sin embargo, ¿es suficiente un solo día para valorar verdaderamente a quienes forman a toda una nación?
Esta columna reflexiona sobre la necesidad de reconocer de forma constante el trabajo de nuestros maestros mancocampinos.
Desde pequeños, los maestros no solo nos enseñan matemáticas o historia. Ellos nos forman como personas, nos ayudan a descubrir nuestras habilidades, y muchas veces, se convierten en guías que influyen en nuestras decisiones de vida. Recuerdo a mi profesora Rosa Ramírez que me enseñó Ciencia y Tecnología en 4.° de secundaria, quien no solo corrigió mis errores al momento de exponer, sino que también me motivó a creer en mis ideas y a expresarme mejor. Esa es una de las muchas maneras en que un maestro transforma vidas.
El impacto de los maestros va más allá del aula.
Un buen maestro puede cambiar el futuro de un estudiante, sobre todo, en contextos difíciles. En mi colegio Dionisio Manco Campos, por ejemplo, todos los docentes de la I.E. hacen esfuerzos extra para dar clases dinámicas, preparar materiales con sus propios recursos y acompañarnos incluso fuera del horario escolar. Su vocación y entrega son admirables.
Pero, también, es importante ver la otra cara de la moneda. Muchos de nuestros maestros trabajan en condiciones muy duras: aulas en mal estado, falta de internet o materiales didácticos, o sueldos insuficientes, y en algunos casos, incluso la inseguridad. Además, enfrentan sobrecargas administrativas que los alejan de su verdadero rol: educar. A pesar de todo eso, siguen enseñando con dedicación. ¿Cómo pedirles excelencia si no se les da las herramientas necesarias?
Como estudiantes, también tenemos un rol importante.
A veces no valoramos el esfuerzo de nuestros docentes. Es necesario prestar atención en clase, agradecerles, y sobre todo, ser conscientes de que su trabajo tiene un impacto enorme en nuestro futuro. La educación es un proceso conjunto, y nuestra actitud también influye en los resultados.
En conclusión, el Día del Maestro no debe ser solo una fecha para darles una rosa o un regalo. Debe ser una oportunidad para reflexionar sobre su papel fundamental y reconocer de manera real su labor. Necesitan mejores condiciones laborales; pero, también, una sociedad que los valore cada día. Porque un verdadero homenaje no es una celebración, sino una acción.
Apostemos por una educación de calidad, reconociendo que todo empieza con un buen maestro.
¡Feliz día, maestros mancocampinos!
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