Las orientaciones para la evaluación formativa en el aula, según el Currículo Nacional (CNEB), se centran en el aprendizaje del estudiante, brindándole retroalimentación oportuna sobre sus progresos durante todo el proceso de enseñanza y aprendizaje
Aquí te explico los puntos clave del texto de forma muy simple:
1. ¿Qué es la Evaluación Formativa?
Ya no se trata de decir qué está "bien" o "mal" al terminar un examen. Ahora es un proceso continuo de comunicación entre el profesor y el alumno.
Antes: Se evaluaba para aprobar o desaprobar (castigo/premio).
Ahora: Se evalúa para ayudar a aprender. Sirve para diagnosticar problemas a tiempo y dar consejos (retroalimentación) para mejorar.
2. ¿Qué se evalúa exactamente?
No se evalúa la memoria ni datos aislados. Se evalúan las competencias.
Evaluar una competencia es ver cómo el estudiante combina sus conocimientos, habilidades y valores para resolver un problema real y difícil.
El referente: Usamos los Estándares de Aprendizaje, que son como una regla que nos dice qué tan cerca o lejos está el alumno de lo que se espera que logre al final del año.
3. ¿Para qué evaluamos? (Los propósitos)
La evaluación tiene dos beneficiarios principales:
Para el Estudiante (El protagonista):
Autonomía: Que él mismo se dé cuenta de qué le falta aprender y qué ya sabe hacer bien.
Confianza: Que no tenga miedo al error. El error se vuelve una oportunidad para aprender, no algo que debe ocultar.
Para el Docente (El guía):
Atender a todos: Como no todos los alumnos aprenden igual, la evaluación le dice al profesor quién necesita más ayuda para que nadie se quede atrás o abandone el colegio.
Mejorar la enseñanza: Si el profesor ve que muchos no entienden, usa la evaluación para cambiar su forma de enseñar, probar nuevos métodos y ser más efectivo.
4. ¿Cómo funciona en el aula?
Para que sea formativa, la evaluación debe:
Plantear retos reales (no solo preguntas de marcar).
Identificar el nivel actual del alumno (¿dónde está parado hoy?).
Dar oportunidades constantes para que demuestre lo que sabe antes del examen final.
Evaluar bajo este enfoque es acompañar. Es pasar de ser un "juez" que solo da una sentencia final, a ser un "entrenador" que da instrucciones constantes para que el atleta (el estudiante) logre su mejor marca.
Estos 7 aspectos aseguran que la evaluación deje de ser un examen de memoria al final del bimestre y se convierta en un acompañamiento constante. El objetivo final es acortar la brecha entre el estado actual del estudiante y el nivel esperado por el Currículo Nacional.
1. Dominio de la Competencia (El "Qué")
No es solo leer el nombre de la competencia. Es entender su combinación de capacidades. Consiste en un análisis profundo de la definición de la competencia, sus capacidades y su progresión a través de los estándares de aprendizaje.
Acción clave: Analiza qué implica ser competente en esa área. Evaluar una capacidad de forma aislada no es evaluar la competencia; debes ver cómo el alumno las orquesta todas para resolver un problema.
2. El Estándar como Brújula (El "Hacia dónde")
El estándar es tu mapa de progresión. Te dice qué se espera al final del ciclo (por ejemplo, al terminar 2do de secundaria).
Acción clave: Compara el estándar del ciclo actual con el anterior y el posterior. Esto te permite ubicar con precisión en qué "escalón" está el estudiante y qué le falta para subir al siguiente.
3. Diseño de Retos (La Situación Significativa)
La evaluación solo ocurre si hay algo que resolver. Las situaciones deben ser retadoras pero alcanzables.
Acción clave: Crea problemas que despierten curiosidad. Si la tarea es mecánica (copiar o repetir), no hay evidencia de competencia. Usa portafolios, debates o experimentos para que el alumno "actúe".
4. Criterios e Instrumentos Visibles
Los criterios son los atributos que vas a observar. Deben estar alineados a las capacidades de la competencia.
Acción clave: Crea instrumentos (como rúbricas) que permitan ver la progresión. No busques solo "aprobado/desaprobado", sino niveles de logro (en inicio, en proceso, logrado).
5. Transparencia con el Estudiante
La evaluación no puede ser una sorpresa o un secreto del docente. Los estudiantes deben conocer desde el inicio en qué competencias serán evaluados, cuál es el nivel esperado y bajo qué criterios se les calificará. Esto implica especificar qué aprendizajes deben demostrar frente a las situaciones propuestas.
Acción clave: Informa desde el primer día: "Esto es lo que espero que logres y bajo estos puntos te voy a evaluar". Usa ejemplos reales de otros trabajos para que ellos visualicen la meta.
6. Análisis de Evidencias y Valoración
Aquí es donde el docente se vuelve un "detective" del aprendizaje. Se debe realizar un juicio profesional basado en las evidencias de aprendizaje (producciones o actuaciones) recogidas en situaciones significativas. La evaluación debe comparar el nivel de desempeño del estudiante con el estándar de aprendizaje esperado para su ciclo o grado.
Acción clave: Al revisar un trabajo, pregúntate: ¿Qué saberes usó? ¿Por qué cometió este error? Compara su desempeño actual con la meta del ciclo para medir la "distancia" que falta recorrer. Fomenta también la autoevaluación.
7. Retroalimentación y Ajuste (El "Cierre del ciclo")
Es el paso más importante. Consiste en devolver información útil, no solo elogios o críticas. La retroalimentación consiste en devolver al estudiante información que describa sus logros o progresos en relación con los niveles esperados. Debe ser una comunicación que ayude al estudiante a comprender cómo mejorar y qué pasos seguir para alcanzar el propósito de aprendizaje.
Acción clave: Enfócate en el error constructivo. Haz preguntas: ¿Por qué crees que salió así? ¿Qué podrías cambiar? * Importante: Si ves que muchos fallan en lo mismo, ajusta tu enseñanza. La evaluación formativa te evalúa a ti también; si ellos no aprenden, tú debes cambiar la estrategia.
Relación con la Planificación
Es fundamental entender que la planificación y la evaluación son "caras de una misma moneda"

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