Ya la casa está vieja. Ya no es la misma casa.
El jardín florecido se extinguió. A la desierta
alcoba ya no sube, escaladora experta,
la vid de frescos pámpanos, en racimos escasa.
Ya el asno con la alfalfa florecida no pasa
ni el viejo panadero se detiene a la puerta
ni platican los padres… ¡Ya la casa está muerta!
¡Ya no hay voces hermanas!… ¡Ya no es la misma casa!
Soledad. Muros rotos. Un acre olor de olvido.
Hieráticas, las viejas blancas aves marinas
se posan en la triste morada solitaria
y sobre los escombros del hogar extinguido
el ñorbo abre en el aire su corona de espinas,
¡su corona de espinas, perfumada y precaria!

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