La oratoria es el arte de comunicarse de manera elocuente ante un público. No se trata simplemente de hablar, sino de hacerlo con un propósito específico: persuadir, convencer, conmover o informar a quienes nos escuchan.
Es una herramienta poderosa que combina el dominio del lenguaje, la expresión corporal y el manejo de las emociones.
Los 3 pilares fundamentales
Para que la oratoria sea efectiva, generalmente se apoya en tres elementos que vienen desde la retórica clásica:
Ethos (Credibilidad): La confianza y autoridad que proyecta el orador.
Pathos (Emoción): La capacidad de conectar con los sentimientos del público.
Logos (Lógica): La claridad y coherencia del mensaje a través de argumentos sólidos.
Elementos clave de un buen orador
Para dominar la oratoria no basta con tener un buen guion; es necesario trabajar en:
La voz: Manejar el volumen, el ritmo (no hablar muy rápido) y la entonación para no sonar monótono.
Lenguaje no verbal: La postura, los gestos de las manos y el contacto visual son vitales. A veces, el cuerpo dice más que las palabras.
Estructura: Un discurso debe tener una introducción impactante, un desarrollo claro y una conclusión que invite a la acción o reflexión.
Control del miedo: La capacidad de canalizar el nerviosismo natural para convertirlo en energía y entusiasmo.
¿Para qué sirve hoy en día?
Aunque nació en las plazas públicas de la antigua Grecia, hoy la oratoria es esencial en casi cualquier ámbito:
Profesional: Para presentar proyectos, liderar equipos o destacar en entrevistas.
Académico: Para exponer ideas de forma clara y defender tesis.
Personal: Para mejorar la confianza en uno mismo y la capacidad de influencia.
"La oratoria es el arte de decir lo que se piensa y sentir lo que se dice." — Dicho popular.
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